En los años 2003 y 2004 desarrollamos la aplicación de gestión de expedientes para un organismo de la administración pública. La aplicación cubre todo el ciclo de vida del expediente y sustituyó a una antigua aplicación en modo carácter. Pero a pesar de que hoy en día nuestra aplicación sigue en funcionamiento y varios centros basan su trabajo en ella, el cliente no quedó satisfecho.
El problema, una gestión incorrecta del cierre del proyecto. Tras poner la aplicación en producción seguimos durante dos años programando modificaciones de diseño solicitadas por el cliente y nuevas funcionalidades. Cuando finalmente dejamos de realizar estas labores de mantenimiento, el cliente consideró que le habíamos abandonado sin terminar el trabajo.
Ahora sabemos que los cierres de proyecto deben ser "contundentes". No tiene sentido esforzarse más allá del tiempo del proyecto. Siempre habrá puntos que mejorar y nuevas necesidades que cubrir. Por eso los sistemas están vivos. Y para mantenerlos vivos es necesario invertir tiempo y recursos en forma de contratos de mantenimiento.
Desde entonces, intentamos concluir nuestros proyectos con una oferta de mantenimiento para asegurarle al cliente que su proyecto vivirá con él muchos años.